lunes, abril 16, 2007

PREPARAR MI CORAZÓN...


-¿
Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Juega conmigo -le propuso el principito-. Estoy
tan triste...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-.
No estoy domesticado.
-Ah! Perdón -dijo el principito.
Pero luego de reflexionar, agregó:
-¿Qué significa "domesticar"?

-Tú no eres de aquí -dijo el zorro-.
¿Qué buscas?
-Busco a los hombres -dijo el principito-.
¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan.
Es muy molesto. También crían gallinas.
Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
-No -dijo el principito-. Busco amigos.

¿Qué significa "domesticar"?
-Es algo demasiado olvidado -dijo el zorro-.
Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos?
-Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres aún más
que un muchachito semejante a cien mil muchachitos.

Y tú tampoco me necesitas. Y no tengo necesidad de ti.
Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un
zorro semejante a mil zorros. Pero si me domesticas,
tendremos necesidad uno del otro. Para mí serás único
en el mundo. Y seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-.
Hay una flor..., creo que me ha domesticado...




... -!Te lo ruego!... !Domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero
no tengo mucho tiempo. Tengo que descubrir amigos, y
muchas cosas que conocer.
-Sólo se conoce las cosas que se domestican -dijo
el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer
nada. Compran cosas hechas a los comerciantes. Pero
como no existen comerciantes de amigos, los hombres
ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, !domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-.
Primero te sentarás un poco lejos de mí, así, en la hierba.
Te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente
de malentendidos. Pero cada día, podrás sentarte
un poco más cerca...
Al día siguente volvió el principito.
-Hubiese sido mejor volver a la misma hora -dijo el
zorro-. Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la
tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más
avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me
sentiré agitado, inquieto; descubriré el precio de la
felicidad! Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré
a qué hora preparar mi corazón...


Antoine de Saint-Exupéry


Etiquetas: