SONETO
SONETO
¡Ay de mí, qué ojos ha puesto Amor en mi cabeza,
que no tienen correspondencia con la verdadera visión!
O si la tienen, ¿dónde ha volado mi juicio,
que erróneamente censura lo que ellos correcto ven?
Si es bello aquello que embruja mis ojos.
¿por qué el mundo dice que no lo es?
Si no lo es, entonces el amor bien revela
que los ojos del Amor no son tan veraces
como los de todos los hombres: no, ¿cómo pueden?
¡Oh! ¿Cómo pueden los ojos del Amor ser veraces
si están tan ofuscados por vigilias y lágrimas?
No sorprenda, pues, que se equivoque mi vista;
el mismo sol no ve hasta que el cielo se aclara.
¡Oh, astuto Amor! Con lágrimas me encegueces,
para impedir a ojos que ven bien el descubrir tus viles defectos.
William Shakespeare
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